En una pequeña región rural de Francia, hay dos aldeas. Estas aldeas, Longeverne y Velrans, no se llevan bien. Los niños de estas aldeas siempre están peleando.
Los niños tienen un líder llamado Lebrac, quien es el jefe de los niños de Longeverne. Lebrac es inteligente y valiente. Lidera a sus amigos con buenos planes.
Los niños intentan quitarse botones, cordones de zapatos y cinturones entre ellos. Les parece divertido hacer que sus rivales vuelvan a casa sin botones.
Perder botones es un gran problema. Sus padres se enojan mucho cuando ven sus ropas dañadas.
Lebrac es muy bueno haciendo planes: les dice a sus amigos cómo poner trampas y atrapar a los niños de Velrans. A los chicos de Longeverne les gusta seguir a Lebrac porque es un buen líder. Camus y Gibus son otros dos chicos de Longeverne que siempre ayudan a Lebrac. Confían en él para guiarlos hacia la victoria.
Cada día después de la escuela, los niños se reúnen para planear su próximo movimiento. Hablan sobre cómo atrapar a los chicos de Velrans y quitarles los botones.
Las batallas son emocionantes, y los niños sienten que están en una guerra real. Sin embargo, también se meten en muchos problemas. Cuando llegan a casa sin botones y con la ropa rota, sus padres se enojan mucho, y los niños son castigados.
En la escuela, los profesores también están molestos con los niños. No les gusta que estén peleando todo el tiempo. Quieren que los niños estudien y se comporten bien. Pero los niños no pueden dejar de pensar en sus batallas. Siempre buscan nuevas formas de sorprender a la pandilla de Velrans, liderada por Aztec des Gués.
Un día, los niños deciden tener una gran batalla final. Esta batalla decidirá quién es el mejor. Ambos bandos se preparan cuidadosamente. Reúnen suministros y planean sus estrategias. Los niños de Longeverne están seguros de que ganarán porque tienen a Lebrac como su líder.
La batalla final es muy emocionante. Ambas pandillas luchan con fuerza. Pero justo cuando la batalla está en su punto máximo, los padres y los maestros llegan. Detienen la batalla y castigan a los niños. Los adultos están cansados de la constante pelea y la ropa dañada. Se aseguran de que los niños comprendan que no pueden continuar con esta guerra.
Después de que los adultos intervengan, los niños dejan de pelear. Vuelven a sus vidas normales. Los niños entienden que sus batallas eran tontas y se dan cuenta de que su rivalidad no es importante.